Acuñaciones de la época preimperial e imperial romana |
Amonedaciones en la península
Ibérica
entre mediados del siglo
I a.C. y principios del V d.C.
Generalidades |
Metrología e iconografía | Acuñaciones imperiales | Acuñaciones provinciales |
Emisiones militares | Imitaciones locales | Cecas y contramarcas |
Generalidades
Finalizadas las guerras sertorianas, con la derrota de Sertorio y la pacificación de 72 a.C., las acuñaciones con leyendas latinas fueron sustituyendo a los alfabetos indígenas y muchos talleres redujeron drásticamente sus emisiones o desaparecieron como tales cecas. A mediados del siglo I a.C., gran parte de las cecas de la península Ibérica habían cesado sus emisiones, pero pronto se añadirían los talleres de las nuevas colonias romanas (Acci, Iulia Traducta, Italica, etc.) que con Augusto comenzarían a acuñar moneda provincial romana, es decir, series hispanorromanas de ámbito local. Una treintena de ciudades hispanas acuñaron durante el periodo augústeo, pero fueron disminuyendo hasta ser ocho las cecas en tiempos de Calígula, quien además, procedió al cierre de todas ellas (39-40 d.C.). Tan sólo Ebusus (Ibiza) realizó dos cortas y atípicas emisiones de Claudio. Las acuñaciones imperiales de Galba y Vitelio en la ceca de Tarraco durante las Guerras Civiles (68-69 d.C.), las de Vespasiano en esta misma ceca (70-71 d.C.), y las escasas series del usurpador Máximo (409-411 d.C.) desde Barcino, constituyen la excepción y son el más notable intento de pervivencia de unas cecas que desde Calígula hasta la llegada de los visigodos no volverían a poder emitir moneda. La gran mayoría de las acuñaciones provinciales romanas en la península Ibérica (llamadas también coloniales o cívicas), se llevaron a cabo entre el periodo comprendido entre Augusto y Calígula, es decir en los comienzos del Imperio (entre los años 27 a.C. y 39-40 d.C.). Sólo en contadas ocasiones se emitiría después moneda imperial desde las cecas de Emerita, Colonia Patricia, Caesaraugusta, Tarraco y Barcino. Durante este periodo de emisiones romanas en Hispania son muy escasas la acuñaciones en oro y plata, pero se emiten abundantes monedas en bronce (ases sobre todo, aunque también sus múltiplos y divisores). |
Metrología, denominaciones e iconografía
Tanto en las emisiones coloniales o provinciales, como en las acuñaciones estatales o las emisiones militares, se siguió el patrón romano vigente. El peso medio del as, que fue la moneda más acuñada en la península, se encuentra entre 11-13 g, pero con una amplia banda de fluctuación (entre 9 y 14 g). Prácticamente todas las denominaciones se acuñaron en Hispania, si bien algunas de ellas lo fueron de forma puntual. Las acuñaciones más numerosas fueron las monedas provinciales en Ae (desde el último tercio del siglo I a.C. hasta tiempos de Calígula), con las denominaciones de: sestercios, dupondios, ases, semises y cuadrantes. Las emisiones imperiales en metales nobles cubrieron otras denominaciones: áureos, quinarios de oro, denarios, quinarios y silicuas, siendo acuñadas en Emérita, Caesaraugusta, Colonia Patricia y Barcino. La batalla de "Actium" (31 a.C.) marca un antes y un después en el diseño de los anversos de las monedas romanas e Hispania no podía ser ajena a ello. Antes de "Actium" se elegían retratos de divinidades o figuras alegóricas (Marte, Victoria, Hércules, Sol, Concordia, etc.), pero después de la batalla, el retrato de emperador victorioso (Augusto) sustituyó casi exclusivamente a cualquier otra representación en los anversos. Tan sólo unas pocas cecas, como Emporiae y Carteia, permanecieron al margen de esta propaganda imperial. Como símbolos menores que acompañan a la imagen normalmente laureada del emperador, podemos citar el "lituus" (aludiendo al cargo de augur desempeñado por Augusto), el "simpulum" (símbolo del pontificado) y símbolos astrales como el rayo o la estrella. En los reversos continuó utilizándose la simbología local del jinete ibérico (Osca, Segobriga y Bilbilis) y se introdujo el toro (uno de los reversos más característicos del valle del Ebro), mientras que algunos municipios de reciente creación prefirieron aludir a sus orígenes mostrando el sacerdote que marca el surco con la yunta de bueyes (Emérita y Caesaraugusta) o las enseñas legionarias (Acci, Ilici, Emerita y Patricia), y en otros como Tarraco, Carthago Nova o Ebora, se grababan aras, estatuas, templos y símbolos de la religión romana ("patera", "apex" y "simpulum"). Bustos de los miembros de la familia imperial y herederos al trono en Colonia Romula, Tarraco, Carthago Nova y Iulia Traducta, puertas y murallas de Emerita y coronas cívicas con hojas de roble de Bilbilis o Turiaso, completan esta breve enumeración de tipos de reversos. |
Acuñaciones imperiales romanas
Las acuñaciones imperiales romanas que se emitieron en Hispania son escasas y concentradas en dos periodos: 25-18 a.C. (Augusto) y 68-71 d.C. (Galba, Vitelio y Vespasiano), las tardías emisiones de Máximo en Barcino (409-411 d.C.) no son sino anecdóticas. Estas acuñaciones imperiales fueron: Durante el periodo de Augusto se utiliza la ceca de la capital de cada una de las tres provincias:
Otras acuñaciones imperiales romanas:
Nota [1] |
Acuñaciones provinciales romanas
Si descontamos las singulares emisiones de Claudio I en Ebusus, las acuñaciones provinciales romanas en la península Ibérica (llamadas también coloniales o cívicas) se llevaron a cabo entre el periodo comprendido entre Augusto y Calígula, es decir en los comienzos del Imperio (entre los años 27 a.C. y 39-40 d.C.). En total se utilizaron 32 cecas, de la cuales Augusto empleó 30, Tiberio 25, Calígula 9 y Claudio 1.
Augusto (27 a.C. - 14 d.C.)
Tiberio (14-37 d.C.)
Calígula (37-41 d.C.)
Claudio I (41-54 d.C.)
Los bustos o leyendas imperiales no solo tuvieron en cuenta a los emperadores sino que también aparecen algunos miembros de la familia imperial o magistraturas honoríficas como las de los reyes de Mauretania. Julia (Livia), madre de Tiberio y esposa de Augusto: Emerita, Italica, Romula y Caesaraugusta.
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Emisiones militares romanas
Las acuñaciones militares romanas (moneta castrensis), que se emitieron en Hispania durante la época preimperial e imperial romana, fueron realizadas preferiblemente utilizando la plata, al estar destinadas al pago de las tropas y a otros tipos de gastos militares. Estas emisiones fueron:
Las acuñaciones militares romanas de tiempos anteriores pueden verse en: Emisiones con leyendas latinas (periodo republicano). |
Imitaciones locales
La imitación de los bronces romanos en Hispania no se limitó al periodo republicano. Durante la primera mitad del siglo I d.C. (en el reinado de Claudio I) y luego, entre los siglos III y V d.C., son los dos periodos en los que se han constatado mayor cantidad de imitaciones. Se desconoce en dónde pudieron estar ubicados los talleres, pero es probable que la mayoría de ellos se localizaran en la parte meridional de la Península (Baetica). Seguramente la escasez de moneda -más que el ánimo de lucro- debió guiar estas "falsificaciones" de la época (más o menos permitidas en ciertos casos). Se estima que a mediados del siglo I d.C. (P. P. Ripollès: 1998: 390) los ases de imitación de Claudio I que circulaban en Hispania podrían llegar a ser el 90 %, los falsos dupondios alcanzarían el 25 % y las copias de sestercios el 16 %. A finales del siglo III d.C., sin duda propiciado por la falta de numerario, aparecen "copias locales" de antoninianos, entre las que sobresalen las abundantes imitaciones de Claudio II con la leyenda "CONSECRATIO" y las de los usurpadores galos Tétrico y Victorino. Este tipo de monedas se encuentran frecuentemente en los hallazgos de la península Ibérica, son más pequeñas que las oficiales (entre 14-16 mm) y presentan a menudo cambios o errores en las leyendas, mostrando un estilo tosco, simple y esquemático (solemos referirnos a este estilo como "arte bárbaro"). Este fenómeno no fue exclusivo de Hispania, otras provincias occidentales como Britannia y las Galias acuñaron multitud de pequeños bronces de imitación a finales del siglo III d.C. Debido a ello, Aureliano prohibió su circulación. Pero la falta de moneda fraccionaria en Hispania debió de ser la causa de que -a pesar de la prohibición- se continuaran emitiendo estas acuñaciones locales. (Recordemos que no había cecas oficiales romanas en la península Ibérica desde mediados del siglo I d.C.). Por ello, a mediados del siglo IV se imitan los centenionales y follis de la dinastía Constantiniana, mientras que a finales de ese mismo siglo se copian las maiorinas de Honorio, Graciano y sobre todo del usurpador Magno Máximo. Siempre se imitan monedas de poco valor, monedas de bronce para facilitar las pequeñas transacciones, normalmente copiando los reversos más comunes (FEL TEMP REPARATIO, REPARATIO REIPVB, etc.) de las cecas oficiales más cercanas (Treveri y Arelate), pero la lista de tipos de reversos y cecas imitadas es muy amplia, ver: Imitaciones de Roma. Según el profesor Manuel Abad (UNED), incluso durante los comienzos de la dominación visigoda en Hispania (siglos V y VI), pudieron haberse continuado emitiendo imitaciones de los pequeños antoninianos de Claudio II o de otras monedas romanas. Aunque los hispanos utilizaran el anterior numerario fraccionario romano, el sistema monometálico de los visigodos debió de impulsar la continuidad en la acuñación de este tipo de imitaciones locales. La fracción de centenional de la serie "Urbs Roma" aquí mostrada parece avalar dicha teoría, una moneda con tan solo 0,7 g parece más bien propia de los siglos V y VI que de mediados del siglo IV, que es cuando teóricamente debería haberse acuñado. Las imitaciones hispánicas en tiempos anteriores pueden verse en: Emisiones con leyendas latinas (periodo republicano). |
Cecas, epigrafía y contramarcas
Un total de 35 cecas emitieron moneda romana desde mediados del siglo I a.C. hasta principios del siglo V d.C., es decir, a lo largo de todo el periodo preimperial e imperial romano. Para más información, ver las páginas de: Cecas en Hispania Lusitania, Hispania Baetica e Hispania Tarraconensis. Con Augusto, la parte occidental del imperio tiende hacia la unificación del sistema monetario romano, más concretamente hacia la progresiva sustitución de las acuñaciones cívicas por las de origen imperial. Una treintena de ciudades hispanas acuñaron durante el periodo augústeo, pero fueron disminuyendo hasta ser ocho con Calígula y tan solo una con Claudio. Las razones de este masivo y temprano cierre de cecas no son conocidas con exactitud, lo que está claro es que la falta de monetario circulante favoreció la aparición de numerosas imitaciones locales. A partir del último tercio del siglo I a.C., algunas cecas hispanas continúan con sus alfabetos autóctonos, alternándolo con los caracteres latinos, pero la mayoría de ellas acuñan únicamente empleando la nueva lengua, el latín clásico. Durante la primera mitad del siglo I d.C., es muy frecuente el contramarcado de las monedas de bronce hispánicas, el cierre de las cecas sin duda lo propició. De esta forma se encuentran multitud de resellos presentes en las acuñaciones provinciales romanas, sobre todo en los ases de Augusto y Tiberio, se conocen más de 100 tipos de contramarcas y de muchas de ellas desconocemos aún su origen o significado. Ver catálogo visual: Contramarcas de Hispania Antigua. |