Jovino procedía de una noble familia gala y fue proclamado emperador en Moguntiacum (411) por Gundicaro y Goar, líderes germanos de burgundios y alanos respectivamente.

Eran tiempos difíciles para el Imperio de Occidente, Roma acababa de ser saqueada por el visigodo Alarico y el emperador Honorio estaba refugiado en Ravenna con demasiados frentes abiertos, a las presiones de los distintos pueblos bárbaros tuvo que añadir las usurpaciones de sus propios generales como la de Constantino III.

En principio la aristocracia gala apoyó a Jovino, quien en 412 asoció al poder a su hermano Sebastián, nombrándole Augusto.

Muerto Alarico, su sucesor Ataúlfo negoció inicialmente con Jovino, pero pronto entendió que un acuerdo con Honorio tendría más valor que un pacto con el usurpador Jovino, así que traicionó su acuerdo anterior y entregó a Jovino y su hermano, quienes fueron inmediatamente ejecutados en la ciudad de Narbo (413).

Muerto Jovino, la situación para Honorio lejos de mejorar, empeoró. El jefe visigodo Ataúlfo también se saltó su pacto con el emperador y se asentó en la zona suroriental de la Galia, formando un reino visigodo independiente, mientras ese mismo año 413, Gundicaro cruzó el Rin con los burgundios, fundando otro reino germánico que ocupaba los territorios nororientales de la Galia y parte de Germania.

 

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