¿ES FALSO MI DENARIO?
Guía para la autentificación de las monedas de plata de la Antigüedad

 
PRÓLOGO
 

Cuando hace años, un coleccionista amigo mío -alguien mucho más experimentado que yo- concluyó uno de nuestros debates sobre la falsificación de las monedas antiguas con la extraña frase de "caveat emptor" no le entendí. Cuando descubrí el significado de estas dos palabras latinas mi asombro fue aún mayor. "Caveat emptor" expresa que la responsabilidad de una compra recae en el comprador, quien deberá tomar las medidas oportunas para asegurarse previamente de la calidad de lo adquirido.

Por aquellas mismas fechas, hace de ello unos 7 u 8 años, un profesional numismático de reconocido prestigio me aconsejó que cuanto menos se hablara del tema, mejor. Me indicó que el fenómeno de las falsificaciones no era tan preocupante, que todos los verdaderos profesionales daban garantía de autenticidad sin límite temporal y que los coleccionistas podíamos estar tranquilos (si les comprábamos a ellos, claro, añado yo).

¿Quién de los dos tenía razón? Pues en su momento no supe descifrarlo. Hoy, aunque ambas posturas pueden parecer totalmente opuestas, pienso que en realidad son tremendamente complementarias. Tan importante es comprar a profesionales que ofrezcan garantías, como intentar adquirir los suficientes conocimientos para lograr ser autosuficientes.

Pero… ¿cómo de importante es el problema? Es decir, ¿cuántas falsificaciones están presentes en el mercado? Mucho me gustaría saber cuantificarlo, poder afirmar que el 30% de las monedas griegas de plata, o que el 15% de los denarios republicanos romanos son falsos. Pero lo cierto es que no lo sé, que no resulta ser tan fácil el asunto.

Veamos: realmente este es un problema endémico en el coleccionismo de antigüedades, y podemos decir que ha afectado de forma especial a la moneda. Ya en el siglo XVI, Antonio Agustín en sus Diálogos (1) incluye un capítulo, el undécimo, dedicado a las falsificaciones e invenciones de monedas e inscripciones de la antigua Hispania.

El "arte de engañar a los numismáticos"  florece en el siglo XIX con los conocidos: Becker, Cigoi, Christodoulus y Caprara; pero afortunadamente existen suficientes libros que catalogan las piezas producidas por estos falsificadores de renombre. En el siglo XX la cosa se complica, ya no se trata de simples individuos sino de organizados talleres; a la escuela libanesa, se unen las diferentes ramas búlgaras, sicilianas, chinas o incluso las de nuestro propio país. Ya en nuestro siglo XXI, los avances tecnológicos son tales, que según Prokopov y Paunov (2): “El hecho de haber sido fabricadas con las últimas tecnologías hace extremadamente difícil su detección”, añadiendo posteriormente que: “La única manera de detectar estas monedas, y más concretamente las de plata, es mediante la identificación de la composición real del metal que las compone, ya que se les suelen añadir otros metales con el fin de aumentar su plasticidad. Esto hace que la moneda adquiera un matiz casi imperceptible pero que puede ser puesto de manifiesto si observamos la moneda entre otras auténticas de la misma época y además las iluminamos con una luz fría de una gama específica”.

Por algo en las actas el Primer Congreso Nacional de Numismática (3) español, celebrado en Zaragoza entre los días 12 y 17 de septiembre de 1972, se indica: "La escandalosa presencia de piezas falsificadas, unas fundidas y otras realizadas por el procedimiento de acuñación, que pueden engañar y engañan más fácilmente al poder ser estimadas como auténticas", y en la conclusión nº 8 se dice: "El Congreso acuerda el dirigirse a las autoridades pertinentes para que se prohíba, mediante inclusión en el Código Penal, la falsificación de monedas fuera de curso legal de cualquier país y época, así como su comercialización". Ni esta feliz iniciativa de aquellos insignes congresistas (allí se encontraban entre otros: Antonio Beltrán, Martín Almagro, Mateu i LLopis, Leandre Villaronga y Marta Campo), ni las gestiones posteriormente realizadas por la Asociación Española de Numismáticos Profesionales (AENP) en 1982, 1991 y 1996 (4), tuvieron repercusión alguna en nuestro Código Penal, que actualmente, tan solo recoge el delito de estafa en el que podrían incurrir los comercializadores dolosos de estas falsas piezas.

Últimamente, las bases de imágenes de monedas falsas, elaboradas por los propios coleccionistas y accesibles libremente en Internet (5), han ido sustituyendo a los boletines de monedas falsas (6) que diferentes organismos numismáticos internacionales habían estado publicando para luchar contra el fenómeno de la falsificación de moneda antigua, entre 1976 y 2002.

Hoy en día, con el acceso a la información que proporciona Internet, buscar profesionales fiables es relativamente sencillo, pero aprender a distinguir las falsificaciones de cierta calidad sigue siendo una tarea ardua dónde las haya. La información que hay en nuestro idioma es ciertamente escasa, y la disponible en inglés u otras lenguas resulta muchas veces insuficiente, ante la terrible realidad de los que falsarios suelen ir por delante. Mientras los coleccionistas descubrimos y publicamos una moneda falsa (gran parte de las veces debido a la simple casualidad de encontrar piezas "imposiblemente iguales" en el mercado), ellos ya han vendido unas cuantas piezas, mientras se preparan para emitir sus próximas series.

Hasta aquí, he procurado describir sucintamente el complicado panorama de las falsificaciones de la moneda antigua. Siento haberme extendido tanto, pero no sabía cómo preparar este exordio sin antes intentar describir la dificultad, la magnitud del asunto. No es de extrañar que yo mismo jamás me haya atrevido a hacer ningún apartado, o ni siquiera haya preparado algún pequeño artículo divulgativo sobre el tema en mi sitio web (Tesorillo.com), que al estar precisamente dedicado a la Numismática Antigua, claramente adolece de esta falta.

Por todo ello, cuando hace algunos meses, exactamente en febrero de 2010, un participante del Foro Numismático de denarios.org llamado "Sombragris", nos informó al resto de componentes de que había decidido abordar estos espinosos temas armado tan solo de su microscopio y de su ilusión desbordante, no dejé de mostrarle mi extrañeza, de comentarle la extremada dificultad del tema, mientras (a la vez que me devoraba la sana envidia) intentaba infundirle ánimos. Ciertamente él no necesitaba mis consejos, ni mis apoyos. Su voluntad era firme y su microscopio le resultaba extremadamente útil.

Algún tiempo después, Sombragris se convirtió en mi amigo Carlos Traver y quiero agradecerle profundamente el que haya pensado en mí para preparar este prólogo de, ¿ES FALSO MI DENARIO? Guía para la autentificación de las monedas de plata de la Antigüedad. Libro "on-line" que ahora ve la luz de forma gratuita y desinteresada, estando al alcance de todos dado su carácter de "Guía visual" y también su fácil y amena prosa.

Decir que este libro es una poderosa herramienta, una perfecta guía visual, una obra innovadora, es algo de justicia. Carlos, provisto de su soberbio microscopio (complementado con una estupenda cámara, claro) y sin necesidad de complicados análisis metalográficos, ha estudiado centenares de monedas de plata y realizado miles de fotos, para presentarnos de forma claramente estructurada un conjunto de ideas, apoyadas por multitud de espectaculares imágenes, con las que podremos aprender de una vez por todas algunas de las técnicas que son vitales para la detección, tanto de las características que pueden aparecer en una moneda falsa, como las que suelen estar presentes en una pieza genuina.

Para ello, nos bastará leerlo provistos de una simple lupa (aunque siempre será mejor un buen binocular), tomando alguna de nuestras monedas a la vez que escudriñamos las fotos de esta imprescindible guía, sin olvidarnos de hacer los ejercicios. Sí, Carlos se ha permitido ponernos tarea, por lo que al final de su libro nos propone calcular el "Grado de Certeza de Autenticidad" (GCA) de nuestras propias monedas y… los resultados prometen ser sorprendentes.

Al principio decía que: "Tan importante es comprar a profesionales que ofrezcan garantías, como adquirir los suficientes conocimientos para intentar lograr ser autosuficientes". Este libro es sin duda una herramienta fundamental para conseguir esos deseados conocimientos, y si nosotros hemos cumplido con la primera premisa, más de una moneda regresará a nuestros proveedores, a la vez que recuperaremos nuestro dinero. Y lo que es más importante: mantendremos nuestra ilusión por coleccionar estos "auténticos comprobantes de la historia" que son las monedas antiguas.

Madrid, 6 de septiembre de 2011 - Manuel Pina (editor de www.tesorillo.com)

 


(1)  Antonio Agustín: “Diálogos, de medallas, inscripciones y otras antigüedades”. Tarragona, 1587.

(2)  Ilya Prokopov y Eugeni Paunov: “Cast forgeries of classical coins from Bulgaria”, pp.7-8. Sofia 2004.

(3)  Revista NVMISMA, núms. 120-131, pp.14-16. Madrid, enero 1973-diciembre 1974. (www.siaen.org).

(4)  Jesús Vico. Revista Panorama Numismático, junio 2011 (www.panoramanumismatico.com).

(5)  No es mi intención mostrar un listado de los sitios de Internet en donde puede obtenerse esta información, pero no debo dejar de citar los dos más importantes a mi juicio: www.forgerynetwork.com y www.forumancientcoins.com. Además, aprovecho la ocasión para animar desde aquí la encomiable labor que están desarrollando en la web numismática de www.denarios.org, para lograr elaborar una base de datos específica para las monedas ibéricas (hispánicas) falsas.

(6)  El “Counterfeit Coin Bulletin” (CCB) fue una publicación periódica (entre los años 2000 y 2002) de la "American Numismatic Association" (ANA), en conjunción con la "Internacional Association of Professional Numismatics (IAPN)". Previamente, el "International Bureau for the Suppression of Counterfeit Coins" (IBSCC) había estado emitiendo boletines internos, solo para los miembros de IAPN, entre 1976 y 1984. (en.wikipedia.org).

 

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