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Templos de Roma |
TEMPLOS METROPOLITANOS Representaciones arquitectónicas en las monedas de Hispania Antigua |
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Los templos de la metrópoli (Roma) están representados en las monedas de Hispania principalmente durante un corto periodo del reinado de Augusto (19-18 a.C.), teniendo carácter de moneda imperial y habiendo sido asignados a Caesaraugusta (?) y Colonia Patricia (?). Existe además una rara emisión de Tarraco (?), de tiempos de Vitelio (69 d.C.), con un templo o templete en su reverso (RIC I 31). Ver nota 1. Teniendo en cuenta el templo representado, podemos dividir estas emisiones en los siguientes grupos:
(Nótese que otras representaciones arquitectónicas de la ciudad de Roma están descritas en: "Arcos, viaductos y otras construcciones metropolitanas)".
El templo de Iovi Tonans fue construido por Augusto cumpliendo una promesa hecha en Hispania durante las guerras cántabras. En un episodio del año 26 a.C., Suetonio (De vita Caesarum, Divus Augustus 29.3) nos indica que mientras el emperador era transportado en una litera, durante una marcha nocturna, un rayo mató al siervo que portaba la antorcha ante él, resultando Augusto indemne. El "milagro" fue atribuido a Júpiter y para agradecer al dios que le había concedido la salvación, el emperador hizo el voto de construir en Roma un templo en su honor. Augusto cumplió su palabra, el templo comenzó su construcción en el año 24 a.C., siendo inaugurado en el 22 a.C. Sus restos arqueológicos son inexistentes, pero conocemos que se trataba de un templo hexástilo. Sus representaciones en las monedas augústeas acuñadas en Hispania posteriormente a la inauguración del templo (19-18 a.C.) y el relieve de la "tumba de Haterii", así lo indican.
Poco antes de la batalla de Filipos (Macedonia, 42 a.C.), en la que Octavio (Augusto) y Marco Antonio derrotaron a los asesinos de Julio César (M. Junio Bruto y C. Casio Longino), Octavio había hecho votos para construir un templo dedicado a Marte si resultaba vencedor. En el año 20 a.C. Octavio recuperó los estandartes perdidos por Craso ante los partos en la batalla de Carras (53 a.C.). A raíz de aquello hizo un despliegue propagandístico sin precedentes. Hizo creer que los había conseguido en batalla, vengando a Roma por aquella humillante derrota, pero más bien los consiguió utilizando la diplomacia. Los depositó en el templo de Mars Ultor (Marte Vengador). Hasta ahí no hay duda. Pero hay dos posibles templos de Marte Vengador (uno en el Capitolio y otro en el Foro de Augusto) y consecuentemente dos hipótesis, si bien ninguna de ellas se sostiene con hallazgos arqueológicos.
En 1699 Domenico de Rossi publica en la lámina 46 de su obra "Romanae Magnitudinis Monumenta" un grabado del templo de Mars Ultor con planta redonda y cúpula (obviamente obtenido de las monedas, y sin ningún rigor arqueológico) situándolo en el centro del Foro de Augusto. Este elocuente grabado identifica el templo de los áureos y denarios de Augusto con el gran templo protagonista del Foro de Augusto, construido como ofrenda del emperador al dios por haberle concedido sus victorias militares, y al que, lógicamente, habrían de llevarse tanto los estandartes recuperados como cualquier otro trofeo de guerra. Sin embargo, hoy en día, este emplazamiento en el centro del Foro de Augusto está descartado. Según Philip V. Hill en: "The Monuments of Ancient Rome as Coin Types", p. 27 (Londres 1989), el templo de Marte Vengador era un pequeño templo redondo con cúpula que fue construido específicamente para recibir los estandartes y que se encontraba en el Capitolio, muy cerca del templo de Iovi Feretrius. Conocemos la forma de este templo tan solo por las monedas que fueron emitidas. Por otra parte, el emperador construyó su propio foro, pero sólo después de que se hubiera asegurado el poder, entre los años 30 y 27 a.C. Foro presidido por un gran templo de Mars Ultor que fue inaugurado solemnemente en el año 2 a.C., es decir cuarenta años después de la promesa hecha en Filipos. De este gran templo quedan bastantes restos que nos indican que no había ninguna construcción similar a la que nos ocupa, por lo que algunos han supuesto que lo que se ve en las monedas no es un templo, sino un edículo o tabernáculo dentro del gran templo de Marte Vengador situado exclusivamente para alojar y exponer los estandartes. Ese edículo podría haber sido de madera policromada, por ejemplo, y por ello no haber dejado ningún rastro arqueológico. El templo del Foro contaba con ocho columnas en el frente y otras ocho en cada lado, repitiendo en una escala más grande el templo de Venus Genetrix del Foro de Julio César. Hoy, aún podemos ver en Roma cuatro de sus impresionantes columnas erguidas.
Andrea Carandini en: "Atlante di Roma Antica" (Milán, 2012), la obra más completa que conocemos sobre el tema, coincide con Hill, y sitúa este pequeño templo de Mars Ultor (con el nº VIII 837 en su exhaustivo inventario) en el Capitolio, muy cerca del templo de Iovi Feretrius (si bien pone una interrogación en el emplazamiento). Tanto Hill como los autores del Atlante se basan en Dion Cassio (54.8.3.), pero reconocen que no han encontrado nada. Carandini da la siguiente explicación: El gran templo de Mars Ultor estaba aún en construcción, y en el año 20 a.C. se construyó en la colina del Capitolio un pequeño templo circular, que naturalmente se dedicó también a Marte Vengador, para depositar en él los estandartes recuperados a los partos y tenerlos custodiados y expuestos durante unos años, hasta que las obras del gran templo se terminaran y los estandartes fueran trasladados allí, a su emplazamiento definitivo. De este pequeño templo provisional no queda ningún rastro y solo podemos imaginarlo por la numismática. Las representaciones del templo de Mars Ultor (Marte Vengador) en las monedas augústeas acuñadas en Hispania (19-18 a.C.) son similares a las de otras cecas orientales, ya que forman parte del despliegue propagandístico que Augusto llevó a cabo en todo el Imperio.
El templo de Júpiter Óptimo Máximo, también conocido como templo de Júpiter Capitolino, fue el más importante en la antigua Roma. Localizado en lo alto de la colina Capitolina, estaba dedicado a Júpiter, junto a los otros dos integrantes de la Tríada Capitolina: Juno y Minerva. La construcción del templo de Júpiter fue iniciada por Tarquinio Prisco y terminada por el último rey de Roma, Tarquinio el Soberbio. Aunque para su inauguración hubo que esperar hasta la fundación de la República, hasta el año 509 a.C. Este primer templo se quemó durante las guerras civiles (83 a.C.), siendo reconstruido Sila, quien a finales de los años 60 reabrió el templo, aunque la imagen de culto y los Libros sibilinos originales se habian perdido para siempre. Posteriormente, como consecuencia de otros incendios, tuvo que ser restaurado por Augusto en el año 26 a.C. Sufrió de nuevo otro incendio durante las guerras civiles del año 69 d.C., cuando el Capitolio era el campo de batalla entre los partidarios de Vitelio y Vespasiano, por lo que el nuevo emperador (Vespasiano) tuvo que reconstruir otra vez el templo en 75 d.C. Finalmente, después del gran incendio sucedido durante el reinado de Tito (80 d.C.), el emblemático edificio fue de nuevo reconstruido en el año 83 d.C. por Domiciano, esta vez utilizando mármol (probablemente con las columnas del templo de Zeus Olímpico de Atenas), lo que le salvaría de incendios posteriores.
El templo reconstruido por Domiciano permaneció intacto durante más de trescientos años, hasta que a finales del siglo IV d.C. todos los templos paganos fueron cerrados por el emperador Teodosio I. Durante el siglo V el templo fue saqueado por los vándalos Estilicón y Genserico, y en el siglo VI por el general bizantino Narsés, sin embargo las ruinas del templo estaban todavía bien conservadas en el siglo XV. Sería en el siglo XVI, cuando G. Pietro Caffarelli construyó un palacio (Palazzo Caffarelli) en el mismo lugar, reutilizando los materiales del templo, cuando el templo de Iovi Optimus Maximus desapareció completamente. Los pocos restos conservados de los cimientos y el podio (la mayor parte siguen hoy debajo del Palacio Caffarelli), están constituidos de enormes estructuras de muros paralelas a bloques de piedra y permiten imaginar la gran extensión del basamento del templo (aproximadamente: 53-55 x 60-62 m). Por su indudable importancia, el templo de Júpiter Capitolino está bastante bien representado en la amonedación romana, si bien en Hispania tan solo tenemos una escasa emisión de Vitelio (Tarraco, 69 d.C.), y además resulta no ser segura la atribución de dicha ceca (Ver RIC I 31). A continuación podemos ver como cambia el número de columnas del templo, no solo por la acción del fuego, sino también por la imaginación de los magistrados monetales o los abridores de cuños. Lógico es que en el año 75 a.C. el supuesto templo inicial fuera tetrástilo (ver denario de Volteia) y pasara a ser hexástilo tras la restauración de Sila (ver denario de Petillia), pero desde luego que en el año 69 d.C. no podía tener solo las dos columnas que nos muestra el denario de Vitelio (tal vez representa un templete ¿militar?), y mucho menos pudo tener cuatro, seis u ocho columnas ¡a la vez!, tal y como lo vemos en las monedas de Domiciano mostradas. El cuarto y último templo (el reconstruido por Domiciano) debió de ser tetrástilo, al menos así se representa en el bajorrelieve de Marco Aurelio (176-180 d.C.) mostrado a continuación, que se encuentra en los Museos Capitolinos (Roma). .
Roma nunca había acuñado oro en Hispania (y los pueblos indígenas tampoco). Tras las breves emisiones áureas que los cartaginesas realizaron a finales del siglo III a.C., estas impresionantes monedas de Caesaraugusta y Colonia Patricia (ver también las asignadas a Colonia Patricia que son mostradas en: "Arcos, viaductos y otras construcciones metropolitanas") constituyeron la primera vez que -bajo autoridad romana- se utilizaba el noble metal en la amonedación de la Península Ibérica. Algunas décadas después (68-69 d.C.), Galba, Vitelio y Vespasiano acuñarían de nuevo áureos, esta vez en Tarraco. Y eso fue todo, a partir de ahí hubo que esperar a la llegada de los pueblos germánicos (siglo V) para volver a ver el oro en la acuñaciones hispanas. Estas emisiones imperiales a nombre de Augusto, que fueron acuñadas entre los años 19 y 18 a.C. en Caesaraugusta y Colonia Patricia (capital de Hispania Baetica), nos muestran -en una clara labor de propaganda- los importantes templos de Roma descritos anteriormente. Teniendo en cuenta sus cecas, podemos dividirlas en tres apartados:
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